domingo, junio 18, 2006

A la historia por el ladrillo

"A los jóvenes periodistas siempre les digo que tendrán un privilegio: vivir la historia al mismo tiempo que se hace", Jean Daniel, fundador de Le Nouvel Observateur.

Intento averiguar por qué pasará a la historia el actual presidente de la Generalitat, Francisco Camps. Como me cuesta, hago primero un ejercicio. ¿Qué se recordará de los ex presidentes Lerma y Zaplana (dejemos a Olivas el breve al margen)? No se trata de hacer un análisis a fondo, sólo un ligero repaso de lo que me viene a la cabeza así de repente.


Pese a lo gris de su personaje político, Joan Lerma será siempre el primer presidente de la Generalitat y sus gobiernos fueron armando la estructura del gobierno autonómico. Y lo hizo en años complejos, con la transición a las espaldas y con sectores reaccionarios de la sociedad dispuestos a hacer imposible el proceso de autogobierno.

Zaplana, por su parte, inauguró la época de los grandes proyectos míticos y las grandes deudas de la Generalitat que se atrastrarán por los siglos de los siglos amén. Por los motivos que fueran –algunos más inconfesables que otros, como comprarse un coche o autopromoción política personal- puso a la Comunidad en el mapa. Se cargó el regionalismo reduciendo a Unión Valenciana a un grupo extraparlamentario, tomó el control de organismos teóricamente independientes como las patronales, las cámaras de comercio o las cajas de ahorros...

Pero ¿por qué recordaremos a Camps? Dudo que sea por un Estatuto reformado que apenas ha tenido repercusión en la sociedad. Pero sí hay un tema que seguramente le proporcionará a Camps su puesto en los libros. El urbanismo salvaje. Durante su mandato se ha vivido la mayor época de construcción y destrucción del territorio de la historia valenciana. El presidente debe saberlo (de hecho ya apartó a Rafael Blasco de la Consejería de Territorio como medida de precaución). Por eso, y a falta de proyectos que vender –la caja de la Generalitat está tan vacía que las arañas tienen problemas para encontrar soporte para tejer sus telas- Camps adopta desde el primer día ese aire de indignación y de confrontación constante con el Gobierno central (desde que venció Zapatero, claro).

Y ahí aparece el cansino discurso del agua. Demagógico y apoyado por los palmeros de Canal 9 o la patronal autonómica, Camps insiste cada cierto tiempo en sacar de nuevo el tema del trasvase derogado. Ahora llevan unos días con ello. Les ha servido un discurso de campaña de ZP en el referéndum de Catalunya para volver al ataque. Maniobras de despiste que, junto a la visita del Papa y a la Copa del América, buscan únicamente ocultar una gestión muy pobre, una escasez de proyectos y un temor a ser el único presidente de la Generalitat que no repite legislatura. Sería otro motivo para entrar en la historia.