miércoles, febrero 14, 2007

La pistola de Carboni

Cuando el otro día fui a ver al Levante, invitado por un amigo (no soy habitual de los campos de fútbol), al Estadi Ciutat de València me di cuenta de que en España aún se puede ir al campo en familia. Si bien, una vez dentro pude comprobar (bueno, ya lo sabía) que los grupos ultras siguen existiendo. En el caso del Levante, además, les ha faltado la llegada de Salva, jugador con conocidos sentimientos ultraconservadores, por no decir otra cosa, para animarse más. Digo esto porque tras ver lo que ha ocurrido en Italia o recordar lo que me contaban algunos amigos argentinos cuando visité la bombonera –donde juega el Boca en Buenos Aires- miedo da que ir a ver un partido de fútbol pueda acabar convirtiéndose en un deporte de riesgo. Mejor quedarse en casa o, al menos, como ocurre en muchos campos en Argentina, evitar llevar a los hijos.

Hace un par de semanas, cuando el Levante le ganó al Real Madrid en el Bernabeu, salió el entrenador italiano del club madridista, Fabio Capello, a defenderse de los pitidos de su afición y a dar las gracias a los Ultra Sur por su apoyo. Bendito apoyo, pensé entonces. La línea abierta por Joan Laporta en el Barcelona de no dar apoyo a los grupos ultra –los Boixos Nois en este caso- me ha parecido siempre ejemplar y así se le ha reconocido en repetidas ocasiones. Ni apoyo económico ni moral para los que hacen del fútbol “un sitio para ir a pegarse” o a pegar a alguien (esto yo lo he oído de boca de alguno de estos individuos, no me lo tiene que contar nadie).

Pensaba yo que todo nos quedaba lejos. Que sí, que en el Valencia tienen a los Yomus y tal, pero que poco se oye hablar de ellos, que aquí Quique Sánchez Flores, el entrenador del club, nunca dirá algo como lo de Capello. Pero parece que Italia está empeñada en contagiarnos no sólo lo bueno de su fútbol –que empieza a ser poco tras los escándalos de sobornos que le han salpicado en estos años- si no también lo peor. Lo digo a cuenta de una información que leo hoy en el diario El País y que se titula: Una pistola en la taquilla de Carboni (no hay versión en Internet del artículo). El ahora director deportivo del club parece que suele llevar un arma consigo. Me cuentan que es amigo de los Yomus y partidario de Berlusconni. Esperemos que su cada vez mayor influencia en el club, donde parece haberse adueñado de la voluntad del presidente Juan Bautista Soler (¿O es voluntario? O quizá es que a Soler sólo le preocupa el negocio inmobiliario) no desemboque en la imposibilidad de llevar a los niños al fútbol.