¡Ojo con el fanatismo!
En el País Valenciano, por ejemplo, nos hemos acostumbrado a bostezar ante el vacío discurso triunfalista de los populares, pero cuesta mantener la calma ante las convulsiones histéricas de su victimismo. Si hay que hacerles caso, la visita de los parlamentarios europeos para evaluar el problema de los abusos urbanísticos ha sido una ofensa a todos los valencianos y no la consecuencia de la ineptitud del Consell que preside Francisco Camps para frenar el desbarajuste, buscar consensos y dotar de sentido común la planificación del territorio. De otro lado, el bloqueo de las obras de la planta desalinizadora de Torrevieja, que ha de suministrar agua a millones de personas, con la excusa de un "impacto ambiental" que, por lo visto, no tendría la ingeniería de un trasvase de cientos de kilómetros, obedece a una gestualidad extremista que empieza a impregnarlo todo.
Adolf Beltran, hoy, en
El País
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