La Copa de los 20.000 millones

Intencionadamente no escribí ayer sobre la victoria del Alinghi en la Copa del América y la repercusión que eso tendrá sobre Valencia, que aspira a repetir como sede del evento náutico. No quería que el confeti rojo que se lanzó sobre el barco ganador quitase el protagonismo a los auténticos protagonistas de ayer: los familiares de las víctimas del accidente del metro. A su desgracia personal por la pérdida de sus seres queridos se les une su predestinación al olvido, ya sea por la asquerosa actitud del presidente de la Generalitat, Francisco Camps, de no recibirles, por la coincidencia con visitas del Papa o con victorias de barcos de multimillonarios.

Pero quizá esas coincidencias hacen aún más dura la situación. Ayer, cuando los familiares viajaban en el destartalado vagón del metro, haciendo el mismo recorrido que un año antes habían hecho sus esposas, hijos o amigos, contrastaba una vez más la oscuridad del tunel con el blanco del edificio Veles e Vents. Cuando invertir un euro en un tramo del viejo metro resulta toda una proeza, a nadie parece importarle que ahora se pidan 120 millones de euros -como mínimo- de canon para repetir como sede. 120 millones, que no os olvidéis, pagamos todos los ciudadanos. Es un aspecto a tener en cuenta, porque la 'lluvia de millones' que aseguran deja este evento en la ciudad, más de 3.000 según varios estudios, no van a parar a manos de todos los ciudadanos.

120 millones se dicen muy rápido. Pero si lo trasladamos a pesetas, impresiona un poco más: 20.000 millones de pesetas. Pero no se trata sólo del dinero, si no también de que la ciudad tenga capacidad de saber qué hace con el puerto. No deja de ser curioso que a nadie le importe que Bertarelli, el dueño del Alinghi, prácticamente haya hecho el puerto algo suyo -no en vano la gestión está cedida a su empresa- y opine sobre qué quiere que sea o no la marina, su sueño de puerto deportivo. Entre él y Ecclestone nos van a hacer el próximo Plan General de Ordenación Urbana y no nos vamos a enterar.

Mañana puede que haya decisión sobre si Valencia acoge o no el evento. Políticamente el dato es importante, porque aquí Camps y Rita son capaces de firmar y después que pague el Estado. Pero eso sí, el protagonismo para ellos. Jordi Sevilla amenazó con crear una sociedad estatal, olvidándose del consorcio, que tan malos rollos ha provocado. Veremos en qué acaba todo esto.