lunes, diciembre 03, 2007

Sobre arquitectura

Yo sé poco -¿nada?- de arquitectura. Al final, te creas una opinión por lo que lees (y eso sí lo hago) o, simplemente, por criterios estéticos o racionales propios. Es lo que me hace afirmar que muchas de las obras de Santiago Calatrava son malas. Ya no se trata de que tengan goteras, que también, si no que tienen poco sentido como edificio. Así, por ejemplo, cuesta entender, si es que alguien lo entiende, por qué el teatro de la ópera, el Palau de les Arts, tiene la forma que tiene. O por qué el Museu de les Ciències es como es, al margen de que es un museo sin paredes, algo que no parece muy lógico.

Muy orgulloso de estos dos artefactos no debe estar el propio Calatrava. En El País Semanal de ayer domingo, había un reportaje en el que se recogían imágenes de bocetos dibujados por el arquitecto y su posterior plasmación en los edificios, los puentes o las torres de comunicaciones. En algunos casos, había explicaciones que, al margen de los criterios estéticos, tenían su buen sentido. Un ejemplo claro era L'Hemisfèric, creado a partir de la idea de un ojo. Quizá por eso sea idea común que ese sea el único de los edificios que forman la Ciutat de les Arts i les Ciències que tiene cierto interés. Por eso, de todos los bocetos que aparecían en el reportaje de El País Semanal era el único que correspondía a la Ciutat de les Arts. El resto del complejo no aparecía ni de rebote.

El gusto por lo exagerado en esta ciudad nos ha llevado a cosas como la Ciutat de les Arts, pero no nos llevará a contar con zonas como los almacenes portuarios situadas al lado del Támesis en Londres (cuando se cruza el Tower Bridge desde la Torre a la izquierda). Aquellos viejos warehouses no se destruyeron, como ocurrirá aquí con las viejas naves de Macosa o de Cervezas El Turia. Se recuperaron para convertirlas en viviendas que hoy se han convertido en una de las zonas más exclusivas de la ciudad. Un ejemplo de recuperación de la arquitectura industrial para integrarla en la ciudad y, encima (y esto le encantaría a los constructores amigos de Rita Barberá) convertirla en una zona de alto nivel adquisitivo.

Pero claro, aquí se opta por otra cosa. Algo exagerado que se vea de lejos y que dé para una bonita postal. Así, por ejemplo, mientras en Londres una vieja central eléctrica se convierte en un museo referencia mundial del arte moderno y contemporáneo, la Tate Modern, dirigida encima por un valenciano, Vicent Todolí, aquí lo que queremos es un contenedor llamativo, aunque por dentro esté vacio. Y si no lo está, lo vaciamos, ¿no, señora Consuelo Ciscar?

2 Comments:

Blogger Alicia Liddell said...

En la calle San Vicente hay un callejón (La Mascota) en cuyo final se extiende una vieja imprenta, con jardín. Un remanso de paz en medio de la bulla ciudadana. Me temo que en lugar de rehabilitarlo lo convertirán en pisos con piscina comunitaria.

1:56 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Completamente de acuerdo.
Por un lado a mi también me parece que el Hemisfèric es el edificio que más se salva de toda la CAC.

Por otro lado estuve en esa calle de Londres hace tiempo y la verdad me llamó mucho la atención, tiene un encanto increible, al fondo se puede visitar el Museo de Diseño que es muy interesante también. Aquí es una pena que no se sepa sacar partido de las cosas y se piense erroneamente que lo nuevo, lo grande y lo caro es lo mejor.
En fin... que pena.

3:17 p. m.  

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