Otra porquería

Santiago Calatrava se ha sumado a la moda iniciada por David Chipperfield de poner a caldo a sus propios edificios y ayer en Oviedo vino a decir que su artefacto no está acabado (a pesar de que él bien que participó en la inauguración que hizo Camps el año pasado) y que deberían dejarle ocho meses más para pulirlo.

Lo de Calatrava no tiene ni nombre ni apellidos. Sus obras salen carísimas e incumplen los plazos sistemáticamente. Sin embargo ahí seguimos. La alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, le pidió hace un tiempo que diseñara un hito como recuerdo de la visita del Papa (como si se nos fueran a olvidar fácilmente las filas de meaderos portátiles) y ahora pide que se lo regale, vamos que no le cobre. Eso debería haberlo pensado antes de encargarlo ¿no?

En fin, que esta noche empieza la ópera, por si a alguien le interesa. Se recomienda el uso de casco de albañil junto a los abrigos de pieles. Es el último grito.