Cuando las fallas se apropian de la ciudad

El título es un poco largo, pero creo que vale la pena no ser escueto en este asunto. A partir de finales de la semana que viene empezarán a cortar calles, hasta 600 tramos, en Valencia para instalar casales falleros, fallas, puestos de buñuelos o escenarios para karaokes. ¿Qué más da? La cuestión es que la ciudad se colapse durante casi un mes. No creo que exista ninguna ciudad en el mundo que soporte una situación como esta. Y dudo que haya ninguna ciudad en el mundo con tanta paciencia.

¿Estoy en contra de las Fallas? Si duraran cinco días, como está previsto, es posible hasta que me encantaran. Pero estoy en contra del gigantismo fallero, de los excesos que en todos los sentidos se prodigan durante esos días. Una muestra la hemos tenido estos días. El caso de la calle Sueca. Cuentan hoy los periódicos (yo lo leo en El País) que al final ha ganado la comisión frente a los vecinos. Un párrafo de ejemplo:

Una empresa italiana terminaba ayer de colocar las 750.000 bombillas -el doble que el año pasado- en la calle de Sueca. Bajo los arcos luminosos de 36 metros de altura, deambulaban los vecinos sin mucha admiración en sus rostros. "Aparcar va a ser imposible", "falta un mes y ya empiezan", "Esto va a ser invivible. Yo me largo"... Los comentarios no tenían respuesta en la ilusión de los falleros. Ayer no estaban. El presidente de la comisión de esa falla no vive en la zona. Un dato que sirve a los vecinos para explicar el porqué del aumento anual del abuso.

Por cierto, lamentable el papel de Canal 9 en este asunto. El sábado pasado recuerdo que hizo un directo desde el portal de los vecinos afectados, los del andamio, vaya, en el que báasicamente se animaba a ir a protestar contra ellos. Impresentable.