Alarte ante el peligro
Cuando escribo esta entrada aún faltan unas horas para que se celebre el acto de proclamación de Jorge Alarte como candidato socialista para las próximas elecciones autonómicas. No sé la cantidad de euforia que se repartirá durante el evento. Seguramente tanta como escepticismo, por elegir un término suave, se respirará entre los que asistan.
Tras el conato de primarias -¿cuánto progre se tragó la patraña de Antonio Asunción perpetrada desde alguna catacumba inconfesable?- el líder de los socialistas valencianos salió tan reforzado como entró, lo cual no es en absoluto un dato positivo.
Seguro que en la prensa valenciana hay infinitos analistas políticos capaces de hacer una disección del periodo que ha transcurrido desde que el exalcalde de Alaquàs accedió a la secretaría general del PSPV hasta hoy. Y otros o los mismos con la habilidad para vaticinar el futuro sin ninguna duda razonable. Así que ya pueden dejar de leer esto.
Pero si deciden continuar -de masoquistas está el mundo lleno- permítanme que me centre en unos cuantos detalles que, a mi juicio, tienen y tendrán consecuencias en el devenir político del candidato.
Decir que a Jorge Alarte le crecen los enanos es decir poco. En parte él ha contribuido a regarlos. Pero sería injusto echarle toda la culpa de la penosa situación en la que se encuentra para enfrentarse a Camps.
Alarte no era el candidato de Zapatero. El clan Pajín no ha cesado de maniobrar en la sombra (o a plena luz del día, como en Benidorm) en un ejercicio impropio de una secretaria federal de organización del partido, que lo fue. ZP nunca ha mostrado públicamente su apoyo a Alarte y tampoco ha dicho una palabra sobre Gürtel, un asunto sobre el que quien piense que no hay que hablar, como Pepiño Blanco, se equivoca gravemente. Y ese desapego de ZP a Alarte (y viceversa, todo sea dicho) es el motivo, y no otro, de que hoy sea Rubalcaba quien clausure la exaltación del presidenciable.
Así, el candidato se encuentra solo ante un panorama que augura lo peor. Solo o incluso mal acompañado. Pero este sí es un error suyo. Su apuesta por Calabuig para la alcaldía se está demostrando cada día como la peor decisión posible tras la marcha de Alborch. Una auténtica bomba de relojería en un territorio en el que había que recuperar votos como condición básica para aspirar a algo en las autonómicas.
Quizá Alarte tenga un programa magnífico (o no). Pero una vez más, y van ya demasiadas, en ese partido los intereses de clanes y familias, van camino de arruinar el enésimo proceso de cambio que necesita para que los electores les crean y les voten.
Todo lo demás -que no lo conoce la gente, que no se sabe que hace, que sólo habla de corrupción (¿acaso hay algo más importante que tener unas instituciones democráticas en las que confiar?), que se desconocen sus propuestas...- serían, cuando no estupideces para intoxicar, aspectos solucionables si la vieja guardia del PSPV, la que se resiste a perder su cuota de poder orgánico aún a costa de lastrar a su partido, comprendiera que su tiempo pasó. De hecho, hace mucho tiempo que pasó.
Actualización:
Tras el conato de primarias -¿cuánto progre se tragó la patraña de Antonio Asunción perpetrada desde alguna catacumba inconfesable?- el líder de los socialistas valencianos salió tan reforzado como entró, lo cual no es en absoluto un dato positivo.
Seguro que en la prensa valenciana hay infinitos analistas políticos capaces de hacer una disección del periodo que ha transcurrido desde que el exalcalde de Alaquàs accedió a la secretaría general del PSPV hasta hoy. Y otros o los mismos con la habilidad para vaticinar el futuro sin ninguna duda razonable. Así que ya pueden dejar de leer esto.
Pero si deciden continuar -de masoquistas está el mundo lleno- permítanme que me centre en unos cuantos detalles que, a mi juicio, tienen y tendrán consecuencias en el devenir político del candidato.
Decir que a Jorge Alarte le crecen los enanos es decir poco. En parte él ha contribuido a regarlos. Pero sería injusto echarle toda la culpa de la penosa situación en la que se encuentra para enfrentarse a Camps.
Alarte no era el candidato de Zapatero. El clan Pajín no ha cesado de maniobrar en la sombra (o a plena luz del día, como en Benidorm) en un ejercicio impropio de una secretaria federal de organización del partido, que lo fue. ZP nunca ha mostrado públicamente su apoyo a Alarte y tampoco ha dicho una palabra sobre Gürtel, un asunto sobre el que quien piense que no hay que hablar, como Pepiño Blanco, se equivoca gravemente. Y ese desapego de ZP a Alarte (y viceversa, todo sea dicho) es el motivo, y no otro, de que hoy sea Rubalcaba quien clausure la exaltación del presidenciable.
Así, el candidato se encuentra solo ante un panorama que augura lo peor. Solo o incluso mal acompañado. Pero este sí es un error suyo. Su apuesta por Calabuig para la alcaldía se está demostrando cada día como la peor decisión posible tras la marcha de Alborch. Una auténtica bomba de relojería en un territorio en el que había que recuperar votos como condición básica para aspirar a algo en las autonómicas.
Quizá Alarte tenga un programa magnífico (o no). Pero una vez más, y van ya demasiadas, en ese partido los intereses de clanes y familias, van camino de arruinar el enésimo proceso de cambio que necesita para que los electores les crean y les voten.
Todo lo demás -que no lo conoce la gente, que no se sabe que hace, que sólo habla de corrupción (¿acaso hay algo más importante que tener unas instituciones democráticas en las que confiar?), que se desconocen sus propuestas...- serían, cuando no estupideces para intoxicar, aspectos solucionables si la vieja guardia del PSPV, la que se resiste a perder su cuota de poder orgánico aún a costa de lastrar a su partido, comprendiera que su tiempo pasó. De hecho, hace mucho tiempo que pasó.
Actualización:
P. ¿Y por qué el presidente del Gobierno, el señor Rodríguez Zapatero, prácticamente no ha hablado nunca de la corrupción?Jorge Alarte hoy domingo en una entrevista en El País.
R. Prefiero que se lo pregunte a él.
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