La patronal pierde dinero
No deja de ser paradógico que la patronal provincial valenciana, la CEV, pierda dinero. Se supone que allí están la flor y nata de los emprarios locales. ¿Es que no saben gestionar? No, la historia es distinta.
Hace unos años, aprovechando el furor que causaba la palabra 'formación' en el mundillo económico, hicieron unas cuantas trampas para pillar cacho en los fondos de formación que daba la Generalitat. A grandes trazos la cosa funcionaba así: Apuntaban a cursos que supuestamente daban a alumnos fantasmas, y recibían ayudas públicas en función del número de alumnos. Les pillaron.
Ahora, después de sentencia firme, le deben a la Generalitat casi tres millones de euros. En su día la CEV le pidió a su por entonces secretario general, Pedro Coca, que hiciera un plan para solventar la cosa. ¿Qué hizo? Vender un edificio de la patronal. Los empresarios pusieron el grito en el cielo por la decisión de Coca y lo acabaron echando.
Ahora el nuevo presidente, José Vicente González, ha optado por pedir una derrama a sus socios y después un préstamo. ¿Podría haber negociado el pago con la Generalitat? Seguramente. Pero hay gente que dice que no lo ha hecho para no exponer a la patronal a un control aún mayor del Consell, si es que eso es posible tras el paso de Rafael Ferrando por la casa.
Pero al margen de eso, destaca el hecho de que González haya dicho hoy que la formación sigue siendo un lastre para la CEV, en especial la Fundación Universidad Empresa (peaso edificio tienen cerca de la Plaza Redonda). No descarta echar a la calle a más de la mitad de los 20 empleados que tiene y zanjar el asunto externalizando el servicio. "Nos consideramos un interlocutor válido para identificar cuáles son las necesidades de formación, pero no somos una academia", ha dicho González que se niega a tener pérdidas en ese terreno.
Estoy a la espera de que el dudosamente competente consejero de Universidad y Empresa, Justo Nieto, diga algo sobre este asunto. Al fin y al cabo durante su mandato no se ha callado con la cantinela de la vinculación entre las aulas y las fábricas, algo que hasta el presidente de las Cámaras, Arturo Virosque, se cansó de oir, provocando uno de los incidentes más divertido y ridículo (si no fuera por lo mal que lo pasan sectores históricos de nuestra economía) de la historia reciente de la economía valenciana.
¿Quieres saber más? Lee el artículo de Andrés H. de Sá en el Levante.
Hace unos años, aprovechando el furor que causaba la palabra 'formación' en el mundillo económico, hicieron unas cuantas trampas para pillar cacho en los fondos de formación que daba la Generalitat. A grandes trazos la cosa funcionaba así: Apuntaban a cursos que supuestamente daban a alumnos fantasmas, y recibían ayudas públicas en función del número de alumnos. Les pillaron.
Ahora, después de sentencia firme, le deben a la Generalitat casi tres millones de euros. En su día la CEV le pidió a su por entonces secretario general, Pedro Coca, que hiciera un plan para solventar la cosa. ¿Qué hizo? Vender un edificio de la patronal. Los empresarios pusieron el grito en el cielo por la decisión de Coca y lo acabaron echando.
Ahora el nuevo presidente, José Vicente González, ha optado por pedir una derrama a sus socios y después un préstamo. ¿Podría haber negociado el pago con la Generalitat? Seguramente. Pero hay gente que dice que no lo ha hecho para no exponer a la patronal a un control aún mayor del Consell, si es que eso es posible tras el paso de Rafael Ferrando por la casa.
Pero al margen de eso, destaca el hecho de que González haya dicho hoy que la formación sigue siendo un lastre para la CEV, en especial la Fundación Universidad Empresa (peaso edificio tienen cerca de la Plaza Redonda). No descarta echar a la calle a más de la mitad de los 20 empleados que tiene y zanjar el asunto externalizando el servicio. "Nos consideramos un interlocutor válido para identificar cuáles son las necesidades de formación, pero no somos una academia", ha dicho González que se niega a tener pérdidas en ese terreno.
Estoy a la espera de que el dudosamente competente consejero de Universidad y Empresa, Justo Nieto, diga algo sobre este asunto. Al fin y al cabo durante su mandato no se ha callado con la cantinela de la vinculación entre las aulas y las fábricas, algo que hasta el presidente de las Cámaras, Arturo Virosque, se cansó de oir, provocando uno de los incidentes más divertido y ridículo (si no fuera por lo mal que lo pasan sectores históricos de nuestra economía) de la historia reciente de la economía valenciana.
¿Quieres saber más? Lee el artículo de Andrés H. de Sá en el Levante.
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